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¿Qué es la fe y cómo es que Dios la ve?

Jesús le contestó: —¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?

 Juan 11:40 TLA


Como cristianos, desde que nos convertimos se nos habla de algo que es fundamental en esta vida: LA FE. Incluso si preguntamos a un cristiano con cierto tiempo en el camino, qué es la fe. Es común que nos hable de Hebreos 11:1-7 o de que Cristo nos manda a tener fe al menos como un granito de mostaza para ver milagros en nuestras vidas, (Mateo 17:20). Entonces quizás podamos definir FE, pero también sabemos, y estos son ejemplos de que no es tan fácil ejercitarla. La fe necesita que creamos para poder ver la manifestación de Dios en nuestra vida y eso nos ayuda a entender por qué si decimos ser cristianos necesitamos tener fe. 


Ahora bien, ¿Qué es la fe? Como lo dice Hebreos 11:1 - La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. La palabra “fe” se traduce del griego pí·stis, cuyo significado primario comunica la idea de confianza y firme convicción. Es decir, que en esta espera que menciona el versículo, existe una “expectativa segura”. Cuando en la antigüedad se hablaba de espera segura, era una forma de decir que existía una garantía tangible de que lo que se prometía, sería recibido. 


La fe como hemos podido ver hasta el momento requiere esfuerzo, pues delante hay una meta, que nos empuja a tener esperanza aun no podamos ver aquello que deseamos, y eso nos conecta con la porción de este artículo que nos dice que “veremos la Gloria de Dios si confiamos en Él”. Entonces podemos ver en esta afirmación que tener fe en Dios nos lleva a orar y esperar, pues cuando oramos y tenemos fe le damos el permiso legal a Dios de intervenir en aquello que estamos esperando. Justamente esa espera es lo que nos permite ver el poder de Dios, Su gloria. 


Entonces podemos establecer que Dios ve la fe como una muestra de sumisión total de nosotros, pues creer es una acción que incluye utilizar nuestra mente y ponerla a disposición de la convicción que tenemos, (de ahí también podemos entender que, para Dios, nuestra obediencia está relacionada con nuestro espíritu, alma y cuerpo). Tal es la importancia de tener fe y creer con todo lo que nos compone como lo afirma la Biblia: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, (Romanos 12:2-3). El entendimiento que cambia la mente requiere de la fe que quiere ver la gloria de Dios. 

Con estas premisas, ahora podemos responder a la pregunta: ¿cómo es que Dios ve la fe?, afirmando que Dios ve la fe como la certeza que le entregamos a Él de que estamos convencidos de que la espera, (antes, ahora o después), vale la pena, pues la manifestación plena, es decir, completa de lo que Dios dijo que sería. En la porción de Juan 11, Dios por medio de Jesús invitó a María a creer y a presenciar la gloria de Dios y por ello, ella necesita retomar su fe.


María pasaba por un mal momento, había perdido a su hermano y en esa pérdida su fe estaba debilitada. Sin embargo, Jesús le recordó que, si tenía fe, si creía en su poder divino, sería testigo de la maravilla que Dios podía obrar. Si ella tenía fe, estaba entregando su mente, a pesar de que su vista no estaba viendo lo que su mente estaba esperando ver. 


La forma en la que transcursó el milagro de Lázaro nos habla de la recompensa que María recibió por el ejercicio de su fe, y cómo esto se conecta con la definición y ejemplo de fe que se enmarcan en Hebreos. La fe nos permite ser testigos del poder de Dios. Es por medio de le fe que la angustia se convierte en alegría, la desesperación en esperanza y lo que muchos dicen que es imposible en posible. Para Dios, la fe es la oportunidad de manifestar Su gloria en nuestras vidas. 


Esta historia nos invita a reflexionar sobre el poder de la fe en nuestras propias vidas. A menudo, enfrentamos situaciones difíciles y dolorosas en las que parece que no hay salida. Pero, al igual que María, podemos optar por creer en algo más grande, en el poder del amor divino.


Para terminar, oramos a Dios dando gracias porque por la fe estamos aun viviendo en nuestro propósito y en este tiempo volviendo al primer amor. Oramos para que Dios siga derramando su gracia sobre nosotros, para que sea sobre nuestras vidas su voluntad y que confiemos plenamente en sus planes, que tengamos fe pues es la certeza de quien espera aun no veamos nada. Amén. 

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