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Foto del escritorDoris Guzmán

Cristo, la verdadera razón de mi Navidad.

Ha llegado la época más emotiva del año, millones de personas se visten de alegría en este tiempo de festividad; espacios llenos de luces, casas decoradas y la gente ya empieza a comentar: "Se siente la brisita".


Por donde quiera que pasemos siempre habrá felicidad, una felicidad provocada por el doble sueldo, los viajeros que llegan, en fin, movimiento de divisas, las personas piensan en usar algo nuevo, visitar a sus seres queridos, darse unos pequeños gustos, en resumen, algo plenamente pasajero.

Hoy yo te invito a pensar por un momento en cuál es el verdadero trasfondo de todo este sentir, examinemos desde nuestro interior cuáles son las cosas que realmente valen en esta época, qué es realmente lo que nos hace crecer y cómo usar eso a nuestro favor.


Citemos la palabra en Lucas 4:18 - "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos". Aquí podemos ver claramente la situación actual de nuestra sociedad; viviendo en pobreza física y espiritual, con dolores y heridas en su corazón, presos bajo una condena eterna, ciegos ante su realidad misma pues han perdido el enfoque y esclavos a deseos y placeres que, aunque parezcan placenteros nos conducen a la muerte.


Ahora veamos el rostro de aquel que ha venido a deshacer toda obra del enemigo, quien ha llegado a traer paz y libertad. Veamos en sus manos el precio pagado por todo esto y la obra de redención que trae consigo. Sí, es Jesús. Aquel que no estimó su condición de Dios, sino que se hizo semejante para demostrarnos la verdadera razón de la navidad.


Las escrituras nos revelan las cualidades de nuestro Señor, Isaías 9:6 – “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Bajo estos principios debemos descansar, por medio de Él habitaremos en perfecta paz.

Así que llegó el momento de dar gracias por su vida, muerte y resurrección, a fin de poder seguir sus pasos y ser guiados por su amor. Pongamos nuestra vista en Él y pidamos al Padre que nos revele a su Hijo para ser justificados por Él. Que sea su amor inagotable como ungüento sanando nuestras heridas y llenado cada vacío.


Que hoy y por todos estos días Cristo sea la razón de tu navidad, no algo pasajero que olvidemos con el tiempo, sino que lo atemos a nuestro corazón y le reconozcamos como nuestro único y suficiente Salvador.


Bendiciones.


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